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PRUDENCIA


La prudencia de los niños y las niñas

Todos los días y a todas horas las personas tomamos decisiones. Muchas veces son elecciones sencillas, como el color de los calcetines que nos pondremos por la mañana, el canal de televisión que queremos ver o el sabor de un helado. Sin embargo, también hay momentos en los cuales estamos obligados a decidir sobre cosas más serias. Por ejemplo, cuando nos preguntamos qué carrera vamos a estudiar, cómo invertiremos nuestros ahorros o si denunciaremos o no a un compañero que copió en los exámenes. En todos estos casos nuestras acciones tendrán consecuencias importantes y, por lo tanto, debemos pensar con cuidado lo que haremos. En el cuento anterior, el señor Mario tiene que decidir entre seguir conduciendo su autobús por un camino peligroso o regresar. Si continúa hasta Durango, ganará el dinero extra que necesita para comprarle una computadora a su hijo. Pero, tras pensarlo con cuidado, se da cuenta de que tiene una responsabilidad como chofer y, por lo tanto, no puede poner en peligro la vida de los pasajeros ni la suya. A esta actitud la llamamos prudencia. Dicho valor nos invita a detenernos un momento para reflexionar sobre nuestras palabras o acciones y sobre las consecuencias que éstas pueden producir. Muchas veces decimos o hacemos cosas sin pensar en lo que causaremos. Si, por ejemplo, estamos enojados con un amigo o una amiga, podemos decirle algo de lo que luego nos arrepentiremos. La prudencia nos recomienda ser cuidadosos, conservar la calma, no precipitarnos, meditar sobre nuestras decisiones, distinguir aquello que nos conviene, reconocer si estamos actuando mal con los demás y enfrentar mejor los problemas cotidianos. La vida diaria nos plantea numerosas situaciones en las cuales actuar con prudencia nos ayuda a vivir mejor e incluso a sobrevivir.

Ponerse el cinturón de seguridad cuando vamos en un auto, decir “no” cuando alguien nos ofrece droga, evitar reacciones violentas cuando nos enojamos… Todas las anteriores son maneras de poner en práctica este valor. Por el contrario, la imprudencia es una forma de actuar que hace más difícil nuestra vida y nos pone en peligro, pues nos lleva a actuar de manera inconsciente, sin meditar en nuestros actos, sin medir el peligro y sin tomar en cuenta el valor y los sentimientos de quienes nos rodean. 
¿Y tú qué piensas…?
• ¿Crees que la mayoría de las personas pensamos bien las cosas antes de actuar?
• ¿Alguna vez has dicho o hecho algo de lo que te arrepientes?
• ¿Consideras que los adultos son más prudentes que los niños?
• ¿Conoces a alguien que sufrió un accidente por actuar de manera precipitada?

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